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  • Bishop Tony Collins

Ataque a la identidad-Primera parte-Individuos

 

Desde el principio de los tiempos, la identidad ha sido repetidamente atacada. Es imposible alcanzar tu destino sin estar seguro de tu identidad. Satanás lo sabe. Como resultado, ha convertido en su misión personal atacar la identidad de cada ser humano. En su astucia, a menudo utiliza el dolor, el trauma, el abuso y las palabras de otros para cumplir su misión.

La identidad en el Jardín

En el Jardín, Adán y Eva lo tenían todo. A excepción de un árbol, nada les estaba prohibido. Disfrutaban de la vida, de la comunión con Dios y de un matrimonio increíble. Sus vidas estaban destinadas a ser bendecidas, no malditas.


Todo iba bien hasta que apareció Satanás. Susurrando mentiras al oído de Eva, Satanás tergiversó las palabras de Dios. La convenció de que se estaba limitando a sí misma al evitar aquel árbol. Comprendiendo la importancia de la identidad, pervirtió sus pensamientos y la hizo creer que era inferior. Argumentó que ella no había entendido bien el mensaje. Al fin y al cabo, no lo había oído directamente del Señor. En cambio, era información de segunda mano transmitida por Adán. Y finalmente, Satanás la convenció de que no habría repercusiones por desobedecer al Señor. Seguramente, lo único que sucedería sería que ella obtendría la misma sabiduría y conocimiento de Dios. Cediendo ante el padre de todas las mentiras, Eva cayó en la tentación. Su vida nunca volvería a ser la misma.


Inmediatamente, la culpa y la vergüenza entraron en su mente y en su corazón. Se enfrentó a la separación entre ella y Dios. Aprendió a señalar con el dedo a los demás en lugar de asumir la responsabilidad de sus decisiones. La etapa de luna de miel de su vida terminó abruptamente cuando la tensión entró en su matrimonio. Por último, su elección abrió la puerta para que el pecado se agazapara a la puerta de su descendencia.


Una narrativa de mentiras

Nunca es el trauma que alguien experimenta lo que da lugar a una vida, matrimonio y familia disfuncional, sino las mentiras que se creyeron en esos puntos de trauma. Satanás disfruta con la capacidad de convencer a la gente de que son la suma de sus errores pasados o de las cosas que les han hecho. La narrativa que él escribe rápidamente pone limitaciones para alcanzar el pleno potencial de cada uno. He aquí algunas de las mentiras más comunes del enemigo:


- Nadie te querrá.

- Siempre serás un fracaso.

- Nadie quiere estar contigo.

- No vales nada.

- Las cosas nunca cambiarán.

- No eres lo suficientemente bueno.

- Sólo soy una víctima de mi pasado en lugar de un producto de la Cruz de Jesucristo.


Esta no es una lista exhaustiva, ya que Satanás utilizará cualquier medio posible para atacar a un individuo. Él conoce los planes que Dios tiene en mente para cada persona. En su mente, ganar la guerra significa asegurarse de que nadie sea capaz de conectarse profundamente con Dios con el fin de perseguir el futuro que nos espera. A medida que estas mentiras son aceptadas como verdades, los individuos, los matrimonios y las familias pueden ser destruidos rápidamente.


La identidad del hombre: ¿Ayuda o obstáculo?

Un hombre que lucha por conocer su identidad en Cristo siempre se sentirá inadecuado e inferior. Sin verbalizarlo, no sólo luchará por conectarse con los demás, sino que percibirá la distancia entre él y Dios. Aunque orará, una parte de él sentirá que sus oraciones están obstaculizadas. Rechazará la verdad de que puede acercarse a la sala del trono de la gracia independientemente de su pasado. En lugar de verse a sí mismo como el valiente guerrero para el que Dios lo diseñó, puede que se vea a sí mismo como el fracasado que otros le han dicho que es.


También pueden haber arraigado en su vida profundos sentimientos de rechazo. Estos pueden haber surgido de un padre que abandonó a su cónyuge, un cónyuge que se ha alejado emocionalmente del matrimonio y, al hacerlo, eligió alejarse también de sus hijos. Los matrimonios disfuncionales son la mayor amenaza no sólo para un matrimonio centrado en Cristo, sino especialmente para que sus hijos hereden los acuerdos negativos generacionales y genealógicos no bíblicos de sus padres sobre el matrimonio y la familia.






[Se agradece y reconoce especialmente al Dr. Joseph Wasmond por su contribución de material en este artículo].

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