El otro dÃa, estaba sentado en un culto de la iglesia y no estaba teniendo una buena mañana. Estaba irritado por algo, me sentÃa lleno -no del EspÃritu Santo, sino de algo que habÃa comido en exceso el sábado por la noche- y me preguntaba por qué habÃa entrado por la puerta. Hablamos mucho en Infusion sobre lo real que es la batalla espiritual por nuestras mentes, y puedo decirles que es una lucha para la que tengo que prepararme todos los dÃas. Algunos dÃas no son tan malos como otros, pero no tengo un dÃa en la memoria en el que honestamente pudiera decir: " ¡Wow! No he lidiado con el desánimo, los pensamientos pecaminosos, la inseguridad, el miedo, el orgullo, la amargura, la falta de perdón-y la lista podrÃa continuar-en todo el dÃa de hoy". Esa mañana en particular, sentÃa que estaba perdiendo.
Mientras miraba a mis pies, bebiéndome el café a sorbos, tratando de averiguar cómo iba a disculparme con Meghan una vez más por uno de mis estados de ánimo, tomé una decisión sencilla. Decidà ponerme a cantar la canción que estaba tocando el grupo. No recuerdo cuál era la canción, pero sà recuerdo que algo cambió en mi corazón cuando empecé a declarar la verdad sobre quién es Dios. Después de un par de minutos, la canción en sà se convirtió en poco importante como el Señor trabajó en los lugares en mi corazón que no estaban bien. Oraciones de confesión y arrepentimiento vinieron a mis labios, lágrimas comenzaron a fluir, y comencé a experimentar la presencia de Dios que estaba conmigo todo el tiempo.
Esta es la mejor manera que conozco de describir el poder de la alabanza: tomas la decisión de alabar a Dios, independientemente de cómo te sientas en ese momento, y Él se encarga del resto. En IsaÃas 61:1-3 leemos una profecÃa de lo que Cristo realizarÃa en nuestro favor:
El EspÃritu del Señor y Dios está sobre mÃ,
por cuanto me ha ungido
para anunciar buenas noticias a los pobres.
Me ha enviado a sanar los corazones heridos,
a proclamar libertad a los cautivos
y la liberación de los prisioneros,
a pregonar el año del favor del Señor
y el dÃa de la venganza de nuestro Dios,
a consolar a todos los que están de duelo
y a confortar a los dolientes de Sión.
Me ha enviado a darles una corona
en vez de cenizas,
aceite de alegrÃa
en vez de luto,
traje de alabanza
en vez de espÃritu de desaliento.
Serán llamados robles de justicia,
plantÃo del Señor,
para mostrar su gloria
Mi deseo es aprovechar al máximo lo que Jesucristo ha hecho por mÃ. Él ya me ha dado esta vestidura de alabanza, y quiero experimentarlo más profundamente mientras aprendo a usarla. Mi desafÃo es que lo pruebes. Intenta alabarle, especialmente cuando no te apetezca. Ni siquiera necesitas una canción. PodrÃa ser tan simple como darle las gracias por las bendiciones que te ha dado cuando todo en tu vida parece que está tratando de hacerte desagradecido, amargado y duro de corazón. Nuestro Dios es fiel y está presente, y estoy dispuesto a apostar que te encontrará en ese momento.